martes, 26 de abril de 2011

NINGÚN HOMBRE ESCAPA A SU DESTINO

El blog de la liberacion de miedos y temores, no he posible que siga viviendo con esa pesada carga de temores en tu consciencia, liberate y comienza a ser libre nueva


La vida es un continuo caminar, cuyos pasos solamente se ven truncado por la muerte, por eso cuando reencarnamos y adquirimos nuevo cuerpo reanudamos la marcha, Cuando uno viene a este mundo trae su propio destino de lo que antes había vivido, todo basado en esta ley divina, y por eso unos nacen llevando buena vida y otros en la desgracia total. Si en nuestra existencia herimos, ahora nos hieren; si matamos, ahora nos matan; si robamos, ahora nos roban, aunque nos resulte paradójico, la vida es así, «con la vara que medimos ahora nos miden» EL karma es una ley de compensaciónjusta y no de venganza. El Karma es una medicina que aunque sabe mal se nos aplica para nuestro propio bien; desgraciadamente, la gente en vez de inclinarse reverente ante el eterno Dios viviente, protestan y blasfeman, se justifican asimismo. El hecho de protestar, blasfemar, no nos hace ningún bien, ni nos hace cambiar o modificar el KARMA, por el contrario se vuelve más ecléctico y severo. Porque esa actitud nos hace actuar negativamente y creamos más karma. Reclamamos fidelidad al cónyuge cuando hemos sido adúlteros en esta o en vidas anteriores. Pedimos amor cuando hemos sido despiadados o crueles; solicitamos comprensión cuando nunca hemos dado comprensión a nadie. Pedimos riqueza y mucho dinero, cuando antes lo dilapidamos sin ningún rubor, o lo guardamos en banco sin pensar en los demás, y no le dimos el uso para el cual nos fueron concedidos. Anhelamos dichas inmensas cuando hemos sido el origen y producto de innumerables desgracias. Hubiéramos querido nacer en un lugar hermoso y con muchas comodidades, cuando en vidas anteriores no supimos brindar un espacio en nuestro hogar a nadie. Por el contrario rechazamos a cierta persona y solamente aceptamos lo que consideramos es de nuestra propia conveniencia egoísta. Queremos que nuestros hijos nos obedezcan, cuando jamás supimos obedecer a nuestros padres. Nos molesta terriblemente que nos calumnien, cuando siempre hemos sido calumniadores y hemos llenado de dolor al mundo. Es decir, reclamamos lo que no hemos dado y lo que no merecemos. Hemos llenado con nuestras pasiones la copa, con el cáliz amargo de nuestros propios sufrimientos y desgracias, y luego pedimos a Dios compasión y misericordia. Es posible que en vidas anteriores hayamos sido malvados y crueles, por eso merecemos lo peor, pero suponemos que merecemos lo mejor. Cuando la Ley Cósmica le va a cobrar a alguna persona un karma, primero la somete a un juicio interno. Si tiene dharma, es decir, si ha hecho buenas obras, no sufre ningún padecimiento, pero si no tiene capital cósmico, paga con dolor. Generalmente, cuando la Ley del karma nos cobra, siempre pensamos que somos inocentes, que no debemos nada. Hay alguien incluso que blasfeman contra la justicia divina calificándola de "injusticia". Pero siempre debemos recordar que la Ley a nadie da lo que no se merece. A cada quien le da según sus obras. Por eso la ley del Karma guarda un estrecha relación con nuestro libre albedrío, lo que es nuestra voluntad interior o nuestro sentido común, de hacer siempre lo que es justo y equitativo. Ahora el lector entenderá por qué las cárceles están llenas de supuestos "inocentes", personas que en esta vida no han hecho nada, pero que en vidas anteriores cometieron delitos gravísimos, Condenaron a inocentes, muchas veces llevados por las pasiones, la envidian y el egoísmo interior. La ley de Dios a nadie da lo que no se merece, a cada quien da según sus obras. Existen personas que nacen muy bien económicamente y disfrutando de innumerables comodidades, Con estilo de vida para muchos envidiables; otros no tienen la misma suerte, pero tampoco sufren en lo económico, entre los cuales yo me incluyo. Aunque no he llegado a acumular grandes fortunas. Sin embargo, hay otros que por más que se esfuerzan no logran repuntar y otros sufren espantosamente hambre y miseria y deben mendigar para subsistir. Hay millonarios que padecen enfermedades incurables a las cuales no encuentran explicación lógica. y otros no pueden comer y cuando lo hacen les provoca úlcera u otra dolencia. Mientras que existen persona muy pobres que comen hasta vidrio y disfrutan de una salud envidiable. La Ley cobra a cada quien según sus faltas.


Con razón la historia de la ciencia después de Albert Einstein, ha tomado un camino distinto, a conceptos tradicionales de religión y creencia. Ya que mientras más se empecinada en penetrar al núcleo de la materia, para conocer sus complejidades mas perplejo y confundido se fue quedando. Toda su lógica y teoría quedaron atrás, en razón de no poderle dar órdenes ni trazarle pautas a la existencia, por no conocer sus leyes. La lógica es producto humano y cualquier teoría que se trate de aplicar para conocer el infinito siempre resultarán baladíes e intranscendentales. Puesto que con herramientas finitas no se puede entender lo infinito. Si insiste en que no conoce la ley del karma ni te interesa, esto no te va hacer invulnerable a sus efectos. La existencia no va a cambiar la cosa para ajustarla a tu concepto y tu lógica, sino por el contrario te verás en la obligación de adaptar tu lógica a la existencia, y aun así, mientras más profundice la existencia se volverá más y más misteriosa, y llegara un momento en tu vida que abandonara la lógica y la racionalidad por completo y te dedicara a escuchar la naturaleza, a actuar de mejor manera y es cuando comenzara a vivir plenamente, comenzara a sentir la plenitud del universo en ti, lo siente, lo disfruta es una realidad en tu vida. Aunque ahora te falte la lógica para expresarlo, esa es la vida, ese es el misterio del hombre sobre la faz de la tierra.

LA DIVINA LEY DEL KARMA

Karma. Es una palabra sánscrita «antigua lengua de los Brahmanes», que quiere decir «acción o acto», concepto que incluye todo acto, pensamiento, sentimiento o palabra hablada, tanto el Hinduismo como el budismo, explican que el karma es una ley universal, de causa y efecto aplicable a toda las personas. En la Biblia se define ese concepto con la fraseología: «Todo lo que el hombre sembrare, eso mismo cosecharás» por tanto, esta ley en el mundo y en la vida de toda persona es inalterable y funciona de forma automática e imparcial, tanto si la conoce o no, si cree en ella o no, si pertenece alguna religión o no. Por eso se hace tan urgente y necesario conocerla y entender que así como existe en este plano físico o tercera dimensión, diferentes tipos de leyes que debemos cumplir, tribunales y jueces que se encargan de velar porque se cumplan las leyes y castigar al que las viole, también encontramos en la quinta dimensión de la naturaleza la aplicación de esta ley divina. En la quinta dimensión todo lo que pensamos se manifiesta. Instantáneamente, de manera que una persona que no tiene limpieza perfecta de alma y de pensamientos, crearía un caos total, para él y los demás. Entonces, estar aquí, haber estado aquí, es necesario para llevar a cabo toda esta limpieza de purificación, que se está recibiendo y está llegando a toda vida en el planeta, para llegar al destino final, que por ahora es la quinta dimensión, llegar con un alto grado de pureza a la dimensión de la manifestación inmediata. El tribunal de la justicia divina, encargado de administrar el karma y el dharma a la humanidad, e indicarnos a través de los mensajeros divinos, la línea de conducta que debemos observar para equilibrar nuestra balanza interior, así como los requisitos que debemos cumplir para alcanzar la realización o perfección, que es la razón fundamental por la cual nos encontramos en el planeta tierra. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos en nuestras vidas anteriores y a la vez estamos sembrando lo que recogeremos en la próxima. De ahí las complejidades que encontramos en la vida, a las cuales muchas veces y de manera consciente no les encontramos sentido. Y por no conocer cómo funciona este concepto del Karma en nuestras vidas, por eso le llamamos cruel. Cuando la vida con justeza nos devuelve lo que por ley nos corresponde vivir. y es así como la humanidad en general, no podrá escapar de esta cadena de consecuencias, por esa razón es que casi nunca sabemos el por qué de nuestros sufrimientos y porque nos ocurren cosas extrañas aparentemente inexplicable. En ocasiones llega a esforzarte y a poner mucho empeño y dedicación en lo que respecta a tu vida personal con el propósito de evitarte calamidades, y cuando menos lo espera, estas dificultades que tú te esforzaste en evitar te están esperando, o sea la ley del Karma no tiene compasión con nadie, actúa de manera inmisericorde. Cuando una persona siembra desgracias, causando daño a los demás, de hecho eso mismo vendrá a recoger. Esta es la ley del karma.

Pero esta ley aunque actúa así no es arbitraria, por lo contrario es el resultado de todas las energías, mental, emocional que hemos puesto en circulación, conscientemente o de manera inconsciente, pero que hemos elegido en virtud de nuestro libre albedrío. Esta ley divina ajusta sabia e inteligentemente sus efectos a sus causas o a nuestro modo de actuar o accionar. Todo lo bueno o malo que hemos hecho en una vida, nos traerá consecuencias buenas o malas para ésta o próximas existencias. Por eso el refrán muy popular el «futuro se construye hoy». De acuerdo a nuestras obras, porque eso mismo será lo que recibamos. Y a este se agregan otros proverbios, también muy antiguos y populares: «el que siembra rayos, cosecha tempestades» «con la vara que mides serás medido», la conocida ley antigua «ojo por ojo y diente por diente» y «el que a hierro mata a hierro muere». La Ley del Karma como una ley divina gobierna todo lo creado, y es una ley inmodificable. Aquí cabría decirse que no valen las legislaciones ni los concilios. Esta se conoce en las religiones como" justicia celestial". Quien viola una ley crea dolor para sí mismo. En la Gnosis o, Conocimiento absoluto e intuitivo, especialmente de la divinidad, que pretendían alcanzar los gnósticos. La cual simbolizamos con una balanza. El platillo derecho corresponde a las buenas obras y se le denomina Dharma. El platillo izquierdo corresponde a las malas obras y se le llama Karma. A esta ley se le conoce también como ley de acción y consecuencia ó causa y efecto. La Ley del Karma nos controla y vigila a cada momento y por eso cualquier acto bueno o malo de nuestras vidas tiene sus consecuencias. Todo el mal que hagamos tenemos que pagarlo y todo el bien que hacemos nos será recompensado. Dios nos dio libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero de todos nuestros actos tenemos que rendir cuentas ante la justicia divina (ley del Karma).

Como logramos despojarnos del Karma

Observar cuidadosamente donde ponemos los pies en nuestros pasos por la vida. Despojándonos de nuestras bajas pasiones, de egoísmo, envidia, resentimientos. Recurriendo al perdón interior. Haciendo acto de contrición, reconociendo nuestras faltas y errores, en vez de disculparnos así mismo. y aceptando como buenas y válidas las circunstancias por las cuales estamos atravesando, las cuales nos indican que debemos cambiar nuestro estilo de vida. Realizando las obras buenas que nuestra cotidianidad nos permitas realizar, sin esforzarnos muchos en llevarla a cabo, sino más bien aceptándola y actuando en las medidas de cómo se vallan presentando. Creando Dharmas que nos permitan transmutar el karma que arrastramos. De modo que en lo adelante comencemos a cultivar nuestro huerto interior de blancas y perfumadas flores, para que sean esas virtudes las que cosechemos, ya sea en esta vida.

viernes, 22 de abril de 2011

DE LA VIDA Y SUS COMPLEJIDADES

Gran parte de la mayoría de los seres humanos que habitamos el planeta en virtud de no conocer la vida que Dios no ha dado, ni conocer nuestro propósitos espirituales por estar llenos de ambiciones materiales, de egoísmos que se constituyen en barrera infranqueable, que no nos permiten vivir una vida plena, lo que ocasiona que en la mayoría de las veces no nos encontramos satisfechos con lo que nos ofrece, por eso la llamamos  cruel, al no reconocer la importancia  de la conciencia critica en nuestro ser divino, y como buscamos nuestros valores en las cosas materiales no nos dejamos conducir por la conciencia y por consecuencia nada de verdadero valor espiritual encontramos. Excepto que no sea vivir quejándonos del medio en que solemos vivir, no importa cuál sea ese medio, siempre estamos insatisfechos, porque pensamos que las faltas están fuera de nosotros, no concebimos ni siquiera por un momento que nuestras insatisfacciones están dentro de nosotros mismos, y que son el reflejo exacto de lo que somos y de lo que damos a la vida, lo cual exteriorizamos hacia lo externo, hacia afuera y que vemos como un espejismo en las aguas cristalina de un rio apacible se refracta en nuestro medio y en los demás.
Muchas veces no nos preocupamos ni siquiera en buscar una esposa, un esposo que complemente nuestras vidas, porque estamos llenos de egoísmo, en cambio buscamos un sinnúmero de excusas para justificar y darle fuerza a nuestro estado emocional, como si esa pasión fuera  realmente la ideal.
Tampoco nos preocupamos por leer por buscar en otras mentes las causas de nuestros errores y apatías, y nos acostumbramos a vivir la vida con ideales propios cargado de basuras existenciales que más tarde nos conducirían a nuestra propia destrucción. Y los años como derroteros de aguas vivas se van perdiendo por las grietas abiertas de nuestras propias ignorancias. Y no hacemos caso tampoco de nuestra conciencia interior que nos reclama y hasta nos grita, diciéndonos que eso que estamos viviendo no es vida. No es existencia, no es lo que Dios quiere para con nosotros.
Es la conciencia la que eleva el espíritu a una vida superior por encima de la materia y sus bajas pasiones. La espiritualidad cuando nos acostumbremos a cultivarla dentro de nosotros nos hará sentir el gran amor de Dios, cuando logremos practicarla; entonces sí comprenderemos la importancia de la vida, contemplaremos en cada ser y en cada cosa su belleza y encontraremos su sabiduría. Entonces toda esa belleza que inunda nuestro entorno, no dará la dicha y la felicidad de disfrutar de ella, entenderemos  por qué se le ha llamado vida. Pero tratar de vivir una vida vacía, sujeta a nuestras propias emociones negativas, es no vivir, el verdadero sentido de la vida es crecer, desarrollarse, volar alto bien alto como el Águila, por encimas de las montañas grises de nuestras propias emociones humanas. Y perdernos en el azul infinito y luminoso de nuestra espiritualidad. Dejar un legado perenne en nuestros corto y breve paso por la tierra. Algo que nos recuerde por generaciones, que nos permita llenar ese vacío en nuestra conciencia, para por lo menos saber que pasamos y que estuvimos una vez de visita en este hermoso planeta.
Debemos de  buscar a los que nos aman, de igual manera a los que nos aborrecen, y amemos la vida a la que hemos llamado cruel y a la que muchas veces no le damos el valor que realmente tiene y la llamamos sin sentido, desconociendo que ella es como un libro abierto, lleno de sabiduría para nosotros y la que tiene por fin, servir de escuela para aprender a pulir nuestro espíritu y poder así ser conducido a la gloria suprema.
Por eso debemos aprender a alimentar nuestro espíritu a través de la gratitud de modo que la alegría inunde nuestro ser interior, así como a ser conmovido con las penas y el sufrimiento de los demás; de modo que nuestra conciencia nos motive al bien, y en vez de ver un ser humano en cada persona veamos un espíritu encarnado que busca luz, que busca restitución, y la busca a través de nosotros. Y convirtámonos así en maestros  y en símbolo viviente del bien, no del mal, porque según nuestras obras en la vida así será el símbolo que representamos.
Estos tiempos en los cuales cada día se hace más presente la justicia divina para toda la Humanidad; es el simbolismo de que el plazo está cumplido para que empecemos a pagar nuestras deudas y a forjar nuestro futuro de gloria infinita. Continuamos dando temple a nuestro espíritu y la ha vez recogiendo la cosecha de las siembras pasadas, el resultado real y productivo de nuestras obras.
El hombre como lo establece el Eclesiastés, tiene un tiempo para hacer su obra y otro para responder de lo que hizo; este último tiempo es el que vivimos por eso todos sufrimos y lloramos. Así como tenemos un tiempo para sembrar y otro para cosechar, Dios también tiene uno que nos ha concedió para cumplir su Ley y otro para manifestar su justicia. Por eso el tiempo de buscar pareja, el de cultivar ese fruto producto de esa unión también pasa,  y nos dejas huérfanos de propósitos no cumplidos y cuando llegan los años, la vejez, senectud, sentimos la nostalgia y el vacio viviente de no llegar a colmar nuestra copa de vida con los propósitos que el universo imprimió en nosotros, porque esa copa la llenamos con el cáliz de amargura de nuestras faltas y equivocaciones.
Y muchas veces cuando despertamos es tarde, cuando ya no tenemos nada que dar, cuando no nos quedan fuerzas ni para amar, nuevamente la nostalgia y el paso  aterrador de los días grises de nuestra existencia se constituye en nuestro implacable castigador. Es  aterrador los mortuorios de personas que pasaron sus vidas sin dejar descendencias.   
Son tiempos de justicia en que debémos meditar sobre vuestro destino, para que a través de la meditación y de la espiritualidad escuchéis la voz de la conciencia, que no confunde ni engaña y sí nos conduce por el sendero de la paz.

           Del destino del hombre

El destino tiene la piedad que Dios ha puesto en él, el destino de los hombres está lleno de la bondad divina. Nosotros no encontramos muchas veces esa bondad porque no la sabemos buscar.
Si dentro del destino marcado por el universo a cada espíritu, nosotros equivocamos el curso y trazamos un camino duro y amargo, debemos de ser consciente y estar preparado para aceptar sus consecuencias, En la vida los hombres se necesitan los unos a los otros, ninguno está de más y ninguno está de menos. Todas las vidas son necesarias las unas a las otras para el complemento y la armonía de su existencia.
Un hombre necesita de una esposa, una esposa necesita de un hombre. Los pobres necesitan de los ricos y éstos de aquéllos. Los malos necesitan de los buenos y éstos de los primeros. Los ignorantes necesitan de los sabios y los que saben, de los que ignoran. Los pequeños necesitan de los mayores y éstos a su vez necesitan de los niños. Este concepto no es made for human, esto es conciencia divina, existencialismo puro.
En este mundo, cada uno de nosotros está colocado por la sabiduría universal  en su sitio y cerca de quien debe estar. A cada hombre le es asignado el círculo donde debe habitar, en el cual hay espíritus encarnados y desencarnados con los que debe convivir para buscar restitución, para aprender, para enseñar.
Así, cada quien en su camino, todos vamos encontrando a los que nos han de enseñar el amor que nos elevara a una vida mejor, de otros recibiremos el dolor que nos ha de purificar. otros nos harán sufrir porque así lo necesitamos, mientras otros nos darán su amor para compensar nuestras amarguras, pero todos tenemos un mensaje, una enseñanza para difundir a los demás, y llegar a la comprensión que de igual manera los demás tienen algo importante que enseñarnos, que debemos comprender y aprovechar.
Buscad en cada uno de nuestros hermanos la parte buena que nos presentas para que aprendamos de él, así como la parte mala para que le ayudemos a elevarse y de esa manera iremos todos  por el camino sembrando a nuestros pasos la cimiente que la humanidad necesita para crecer, para que nuestros hijos vivan en la plenitud del legado que les hemos dejado, ayudándonos los unos a los otros.
Cada ser humano es una lección, una esperanza de amor o desamor que al fin nos proporcionara la verdad, dulce o amarga; y así iremos, de lección en lección, poco a poco, a veces aprendiendo y a veces enseñando, porque también debemos entregar a vuestros hermanos el mensaje que estamos llamados a traer a la Tierra.
¿Por qué despreciar a nuestros semejantes que el destino ha puesto en nuestro camino? Cuando les hemos  cerrado la puerta de vuestro corazón sin saber la enseñanza que nos traían.
La vida tiene cambios inesperados y sorpresas que se presentan de manera inesperada en virtud de la necesidad que tengamos de ella, y ¿qué haremos nosotros si mañana tenemos que buscar ansiosamente a quien hoy orgullosamente desechamos?
¿Qué encontraremos "del otro lado del tunel"? ¿Qué sabemos del "Más Allá"? ¿Qué sabe el hombre de lo que existe después de esta vida?, nada absolutamente nada, excepto la satisfacción en la conciencia de que llevamos una vida digna, y que cumplimos  con lo que entendimos era nuestro deber. Para cuando el dolor de las pruebas nos agobie y las penas de la vida aniquilen vuestros sentidos, experimentemos el deseo de alcanzar un poco de paz, entonces retiremonos apaciblemente en busca de silencio, de espiritualidad, en la soledad de los campos y ahí elevemos vuestro espíritu guiado por la conciencia y entramos  en meditación. El silencio es el reino del espíritu, reino que es invisible a los ojos materiales.
En el instante de penetrar al éxtasis espiritual, es cuando se logra que despierten los sentidos superiores, surge la intuición, la inspiración brilla, el futuro se presiente y la vida espiritual palpa lo distante y hace posible lo que antes le parecía inalcanzable.

domingo, 10 de abril de 2011

QUE ES EL SENTIDO COMÚN

Es increíble que, entrando en un siglo XXl  todavía tengamos el terror sacro o el (terror Sagrado) que nos han impuesto los jerarcas religiosos del tipo de la tristemente Santa Inquisición. Y con esos temores se nos ha anulado lo más preciado que el ser humano tiene, Que es  el sentido común.
Tenemos mucho que agradecerle a nuestro sentido común, pues sin él no nos atreveríamos ni siquiera a cruzar las calles si no estuviéramos seguros y conscientes de la vía libre de vehículos. Tampoco nos atreveríamos a poner los dedos en el fuego porque sabemos que nos quemaría la piel. Este sentido nos protege del medio ambiente en que vivimos o nos movemos; y es quien permite que cataloguemos a otra persona de inteligente, aunque sólo estemos comparando su capacidad de aprendizaje con otros seres humanos.
Al sentido común le debemos nuestra propia comodidad. Y nos impide, en muchas ocasiones, que hagamos ciertas cosas, porque la alarma se enciende de inmediato para que rectifiquemos nuestra posible acción, ya que hay cierto pago que debemos asumir en el futuro por la realización de algunas cosas y situaciones con las que nos enfrentamos. Y no olvidemos que muchas veces ese pago es doloroso, amargo y normalmente en público y nuestros seres queridos se enteran.
Pues bien, esta natural capacidad, innata que tenemos, del sentido común, como que la perdemos o se anulan los mecanismos de defensa natural e instintivos cuando nos enfrentamos con un desconocido, distante y nebuloso Dios; y con la enorme pléyade de aquellos que se dicen representantes de esa divinidad.
No conocemos los motivos que hacen que nuestros mecanismos naturales y propios del sentido común se esfumen, se pierdan y que nos quedemos a merced de cualquier presión.
Hemos permitido, con toda confianza, que otros piensen por nosotros en materia de Dios y de Religión. Nos da cierta seguridad aceptar todo lo que dicen, o han dejado dicho, líderes, pequeños o grandes, que asumieron, o asumen, el papel de guías espirituales del pueblo a través de la historia.
Pensar contrario a ellos, o dudar de lo que pretenden imponernos, sencillamente nos da miedo y mucho terror. Preferimos ser mansos, como los corderitos, y dejarnos llevar por sus prédicas, libros y la serie de rituales que manejan en los servicios devocionales.
Y veamos que curioso es esto, hasta hemos permitido, sin inmutarnos un ápice, que se auto nombren como nuestros pastores que, guiando al rebano de ovejas, que es en lo que terminamos convertidos completa y fatalmente, dócilmente estamos en sus manos y bajo sus intereses sectarios y monetarios.
Pero comparemos todo esto con un claro ejemplo de la vida diaria. Para comprar un vehículo, cualquier ser humano normal y sano, trata, por todos los medios a su alcance, de hacer el mejor trato posible. Y no permite, de ninguna manera, que el vendedor se pase de listo y lo tontee con argumentos falaces. Es más, ni siquiera con el primer vehículo que nos muestran nos quedamos. Somos, si no minuciosos, al menos cuidadosos de escoger entre varias opciones; y todas ellas de acuerdo con nuestro presupuesto, color favorito, marca, tamaño de la familia, el uso que pensamos darle, modelo y en fin todo aquello que nuestro maravilloso sentido común nos dicta internamente.
¿Por qué no podemos, entonces, actuar con este mismo sentido común en materia religiosa? ¿Será simplemente que no nos han dejado ni siquiera eso? ¿A quiénes le ha convenido, a través de tantos siglos, tenernos como un fácil rebaño de mansas e inútiles ovejas?.
Pero bueno, aparte de esto que es tan fácil de comprender, es conveniente que traigamos otro tema importante en esta misma línea.
Y sin duda que las tres preguntas a las que los seres humanos más le hemos buscado respuesta son: De dónde venimos. Qué hacemos aquí. Y hacia dónde vamos.
Sin exagerar, podríamos llenar un asombroso espacio con las tantas soluciones que nos han planteado y propuesto a través de la historia, y aún actualmente. Es, desde que el ser humano apareció en la Tierra, que tuvo que sentir la necesidad, imperiosa y terrible, de saber de donde procedía. Y aquí, sin asomo de duda, fue su sentido común el que le marcó esa interrogante e inquietud.
Siempre ha resultado más fácil, para la inmensa mayoría de pobladores de este hermoso planeta, aceptar como soluciones aquellas opiniones en las cuales, sin perder su hegemonía, principalmente el macho de la creación, el hombre, depender de un ser superior para todo; llenando únicamente el pequeño requisito que se le pedía, o que se le pide aún, de adorar, venerar y acatar ciegamente los mandatos de su particular ser superior. El cual, por supuesto, confiaba en un hombre igual a los demás, para que le sirviera de enlace, de puente, inclusive de mediador, entre la población asustada y él.
La historia de todas las civilizaciones está llena de casos similares a éste.
Y no ha habido pueblo, o grupo de seres humanos, que no hayan tenido, o tengan actualmente, por lo menos a su particular ser superior; porque han habido otros que han hecho gala, simultáneamente, de una gran cantidad de dioses y también de su particular representante.
Y volvemos a insistir, que la historia sigue llena de todo este bagaje de personalidades.
No es posible conocer una raza, un pueblo o una civilización cualquiera, sin que conozcamos a su dios, o dioses, a su iluminado, a su encarnación divina y a una gama impresionante de sacerdotes que impusieron, o imponen aún, bajo su particular gusto y antojo, las normas bajo las cuales su dios quiere que se viva entre el pueblo que personalmente la divinidad de turno ha escogido.
El ser humano que ha tratado de usar su inteligencia, y que ha cuestionado varias, sino todas las normas impuestas por el ser superior adentro de su propia comunidad, ha sido tratado como blasfemo, las menos de las veces, porque en la mayoría de casos ha sido extirpado, como un cáncer maligno, al que hay que detener a tiempo. Pero esa detención, o extirpación, que se hacía, o se hace, con el inconforme, hoy simplemente es tipificado, por cualquier tribunal de sentencia, como asesinato.
Y veamos que triste la situación, pues muchas de las veces era el ser supremo el que ordenaba directamente el trabajito; y también, en muchas ocasiones, personalmente ese digno ser superior o dios era el que se tomaba la molestia de hacerlo con sus propias manos.
Y, a manera de traer un buen ejemplo de lo que hemos afirmado anteriormente, para que empecemos a conocer la verdadera personalidad y carisma de Dios Nuestro Señor, es bueno que leamos la psicótica descripción que de él hace Jeremías desde 15:1 ss. Así dice Dios Padre (Yahvé): El que a muerte, a muerte, el que a espada, a espada, el que a hambre, a hambre y el que a cautiverio, a cautiverio. Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigos, dice Dios Nuestro Señor (Yahvé): Espada ¡para matar!. Perros ¡para despedazar!. Aves del cielo ¡para devorar!. Y bestias de la tierra ¡para destruir!.
Pero lo mejor de esto es que ese precioso capítulo bíblico se llama La implacable ira de Dios.
Así es mis queridos lectores. Y de esta manera nace el terror sacro.
Es más fácil y seguro seguir a la corriente que ser ahogado en ella. De ésta forma fue que se aprovechó, por parte de la jerarquía eclesiástica, para imponer toda la burocratizada ensarta de rituales y dogmas que nos acompañan en cualquiera de las costumbres religiosas. Era muy fácil, solamente se requería mostrar a un ser superior enojado, vengativo, cruel y enfermizamente egoísta con su propio pueblo escogido; y lo demás lo ponían los incautos borregos del rebaño con su miedo a la terrible venganza de ese dios al que le rendían culto e idolatría.
¿De qué forma podemos hacer que los demás entiendan que algo está equivocado, erróneo y que no es cierto lo que nos han hecho creer?.
¡Pues muy fácil!.
Únicamente necesitamos hacer ver en dónde está la equivocación, el engaño, el error y cuáles son los motivos por los cuales es y ha sido casi imposible ver el error, la equivocación, el engaño y la falsa doctrina. Aunque por el simple factor de nombrar al conjunto de hechos y acciones doctrina, ya hablamos de falsedad.
Todas las doctrinas son falsas. Si fueran lo contrario, es decir verdades incuestionables, no estaríamos como estamos. Repasemos la infinidad de doctrinas que conocemos y es fácil concluir que todas ellas pretendían, en su oportunidad, resolver los graves y profundos problemas de la humanidad. Pero ni lo hicieron y hoy nos encontramos mucho peor pues de todos modos seguimos teniendo los mismos problemas, pero además de ellos tenemos a las doctrinas y a sus defensores que, a pesar de todo, nos vienen oprimiendo y esclavizando desde siempre.
No podemos ver los errores porque se nos ha programado para no verlos. El motivo por el cual nos ha sido casi imposible, lo repetimos, ver errores, equivocaciones y las falsas doctrinas es uno sólo, se resume en lo mismo. Los grandes jerarcas y personajes eclesiásticos se tomaron la molestia de lavarnos el cerebro y nos grabaron sutilmente un programa que se llama Terror Sacro.
Y este instrumento denominado Terror Sacro hace que sudemos y temblemos con sólo pensar en el terrible castigo que nos espera por discrepar del mandato divino; y en unos más y en otros menos eso nos ha detenido, y prácticamente congelado, el sentido común.
Con el Terror Sacro perdemos la perspectiva de la realidad en la que estamos viviendo y nos volvemos corderitos del rebaño, sumisos y temerosos del cruel y vengativo ser superior que nos han obligado a aceptar como real, como Dios y hasta como nuestro Padre, según nos lo receta la perorata bíblica.
Y esto no es más que una desfachatada ridiculez.
¿Usted cree que estamos inventando que el Padre Nuestro, todo amor y comprensión, es un ser vengativo y sentimentalmente lleno de maledicencia?.
Para quitarnos todos esa duda leamos el Salmo 94 y brillará la verdad de esa bestia arrogante y llena de sentimientos malsanos al que nos han acostumbrado, desde niños, a llamar Padre Nuestro, a rezarle, orarle y pedirle desde cualquier iglesia o templo, o bien desde nuestra intimidad, suplicándole por un lugar en la Gloria Eterna.
Tal capítulo, llamado arrogantemente Oración clamando venganza, refleja la verdad del Cristianismo pues, siendo y actuando los miembros de tal creencia como lo hace Dios Padre, todos ellos, Dios Nuestro Señor y cada uno de los afiebrados seguidores, no son más que bagatela.
¡Padre Eterno (Yahvé), Dios de las Venganzas, ¡¡Dios de las Venganzas!!, muéstrate!. Levántate, oh juez de la tierra.
¿Quedó alguna duda de ver ahí descrito al vengativo Creador del Cielo y de la Tierra (según los obnubilados cristianos), como para no aceptar lo que recién afirmamos?.
Y, ¿desde cuando la Justicia es sinónimo de venganza?, como para haberlo aceptado.
Desde pequeños se nos ha educado, para bien o para mal, no lo sabemos, pero en fin, se nos educa para enfrentarnos con la vida diaria y todo lo que ello implica. Cuando tenemos que hacer la más mínima decisión, del diario vivir, usamos toda nuestra inteligencia y sentido común. Y, como ya lo afirmamos, en una operación comercial cualquiera usamos todo nuestro potencial de inteligencia y sentido común. Pero en asuntos religiosos no somos más que borregos que, sin voluntad, fácilmente nos han llevado al matadero, pues creyendo, y confiando, que después de la matanza seremos y estaremos salvos y libres de toda condenación, y para culminar esta locura, en la Gloria Eterna, nos han tonteado de lo lindo.

¡Qué barbaridad y qué abuso psíquico el que han estado cometiendo en contra nuestra

viernes, 8 de abril de 2011

ES EL PECADO ORIGINAL UNA TEORÍA HUMANA


El pecado original, tal y como lo enseñan las religiones cristianas, no es una doctrina divina, es una teoría humana. Y aunque rechazarla resulte aberrante para muchas personas  que fueron criadas bajo el dogma de la fe, y para sus conductores que se han pasado todas sus vidas repitiendo como el papagayo, muchos de buena fe en la creencia de que este concepto deriva de una fuente divina, no hay una sola palabra en la Biblia que apoye esta teoría. Lo curioso del caso es que de igual manera los que no apoyan la doctrina de la reencarnación del espíritu arguyen que no creen en la reencarnación, porque la biblia no se refiere a ello. Lo que significa que los cristianos debemos de creer por fe, por fe ciega, en los que los teólogos religiosos desean que debemos creer, en lo que ellos quieran. La idea del pecado original establecido por las religiones es como una mancha en el alma que heredamos de padres a hijos como una cadena indeterminable desde nuestra creación, «Adán y Eva» desde aquella caída en que cayeron nuestros primeros padres. El concepto de pecado original no está basado en las Escrituras Bíblica. Si tomas tu Biblia y lees observaras que no tan sólo el profeta Ezequiel, sino también en el libro de Éxodo, encontrarás la definición contraria a este concepto de pecado original: Cada hombre es responsable de sus actos y por tanto, no existe un pecado original que sea transmitido de generación en generación.

Deuteronomio 24:16 dice: "Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado."

En Ezequiel 18:20 puedes leer: "...el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él."

En 2 Reyes 14:6 y Jeremías 31:30 podrás encontrar que una persona no deberá pagar por los errores de sus ancestros. La evidencia en contra del pecado original en la forma que lo entiende la Cristiandad es abrumadora.

Más aún, el hecho de que el hombre es creado a imagen de Dios es evidente en las Escrituras y no tan sólo en el capítulo 1 de Génesis sino también se vuelve a afirmar esto en el capítulo 5, después de la caída. Si el hombre (entendido como el género humano) es creado a imagen y semejanza de Dios, ¿cómo puede entonces nacer depravado debido a su propia naturaleza?, debió de ser lo contrario, de nacer Divino y Angelical, y que sea la naturaleza y el pecado de la carne que le impregnara el pecado para convertirse en pecaminoso.  

Las enseñanzas divinas de estos tiempos desea llevar a la comprensión de esta generación, mas aun en el umbral de una nueva era de espiritualidad y de conocimiento planetario, que: "El pecado original no viene de la unión del hombre y la mujer;

Yo, el Creador, establecí esa unión diciéndoles a ambos: Creced y multiplicaos y henchid la tierra.

Esa fue la primera Ley. El pecado ha estado en el abuso que han hecho del don del libre albedrío." Esa fue la primitiva ley que se os dio, más tarde, el Padre le pide a los hombres que no tan sólo se multipliquen, sino que la especie siga creciendo, y  que sus sentimientos sean cada vez más elevados y que su espíritu emprenda un franco desarrollo y desenvolvimiento." Este es el único fin lógico de la creación, si Dios hubiese querido construir robot, lo hubiera hecho, y se hubiese evitado tantas amarguras que la creación del hombre le ha producido. Pero un ser omnisciente que todo lo sabes, quiso impregnar en el hombre el libre albedrio, para que fuese libre y creador como su padre.

"Más si la primera ley fue la propagación de la raza humana, ¿cómo concebís que el mismo Padre os aplicase una sanción por obedecer y cumplir con un mandato suyo? ¿Es posible, pueblo, que en vuestro Dios exista una contradicción semejante?"
ADÁN según el Génesis fue el primer hombre, pero quizás  no porque fuese el primero en existir físicamente, es probable, como algunos textos antiguos lo establecen que antes que él hubo muchos otros; pero la historia no lo recuerda, en virtud de que la historia no recuerda hechos y acontecimientos que no tienen relevancia historica, además la historia la escriben lo que están en el poder, los que ganaron, los derrotados no escriben historia, y si la llegasen a escribir perece en el olvido a través de los tiempo.  Por tan­to, si nadie antes se revelo, y nadie ante dijo !NO! como puede una generación ser historia.  Y a mi parecer, ¿cómo va a ser Adán el primer hombre? Además sin en uso del libre albedrío No podían conver­tirse en hombres, no podían convertirse en egos.
Adán fue un hombre y todos los hombres son como Adán. La infancia de nuestros hijos es un símbolo del  Jardín del Edén. Y de lo que fue Adán. Los niños son tan felices como los animales, tan felices como los hombres primitivos, porque no han despertado su conciencia crítica, por eso no tienen ego, usted castiga a un niño y al poco momento le está dando un beso de amor, carecen e ego, de rencor, de resentimiento, por eso las palabras del Maestro Jesús, para entrar al reino de los cielo al que volver hacer como niños. Y es porque todavía no es un humano con todo su potencial, de pensar y discurrir por sí mismo, y comprender lo que está bien y lo que está mal. Y para hacerse hombre en toda la extensión de las palabras, debe provocar y actuar para salir del Jardín del Edén, que vendría siendo la casa paterna su núcleo familiar, entonces se convertiría en hombre, pero mientras continúe en el Jardín del Ende, con sus padres jamás se convertiría en hombre libre, y siempre seria un don nadie. Este es el significado de la expulsión de Adán del Jardín del Edén, ya no forma parte de la felicidad incons­ciente. Al comer la fruta del árbol de la sabiduría se ha vuelto consciente. Se ha convertido en un hombre.
Todo nosotros hemos sido ese hombre mitológico o real, llamado Adam, y para que haya humanidad todos los hombre del futuro también serán Adanes, y de igual manera deberán ser expulsado de la casa de los Dioses, todo esto forma parte del aprendizaje que todos debemos experimental para convertir en lo que Dios realmente desea de nosotros. Es una ley natural hay que expulsarlo del Jardín del Edén, para volver a en­contrarlo conscientemente. Esta es la carga del hombre y su des­tino, su tormento y su libertad, el problema y a la vez la grande­za del hombre.
¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que soy y con lo que la existencia me ha otorgado? Siempre estoy bus­cando algo mejor para hacer, ser otra persona,- cuando alguien tiene más que yo, quiero tener más que él. Como dice el refrán,  la hierba siempre está más verde del otro lado de la valla». ¿A qué se debe esto?
Entonces porque castigar mediante el pecado original al hombre que usando la razón de vuelve consciente de su propia naturaleza. Acaso es un crimen o una falta que el hombre intuitivamente busque la forma de ser más grande Esto se debe a que te han confundido. Has sido dirigido ha­cia un lugar distinto al que la naturaleza había pensado para ti. No estás yendo hacia tu propio potencial. Estás intentando ser lo que los demás quieren que seas, pero para convertirte en hombre debes continuar esforzándote en crecer, desarrollarte, tener libertad para buscar tu propio destino, si nunca llegamos a salir del Jardín del Edén, no fuéramos felices, no tuviéramos creatividad, si no conociéramos el mal solo el bien no tuviéramos conciencia de lo que es el bien, de igual manera si no apreciáramos la oscuridad como pudríamos darle valor a la luz, Y lo que la humanidad conoce como males, quizás en realidad no lo es, sino que todo es parte de este engranaje cósmico que aun no conocemos, por eso los vemos hablando y predicando sobre los supuestos males de la humanidad, sobre el aborto, controles de natalidad, sobre violencia, homosexualismo, lesbianismo, sin tener sobre ello un claro concepto, y como los designio de Dios son inescrutables tampoco tienen conocimiento de lo que Dios entiende sobre todo esto. Y peor aún, predicamos en la iglesia sobre estos males, y salimos a cometerlo amparado en la oscuridad de la noche.
La humanidad ha sido engañada y continua bajo el engaño de lo que  se creen detentadores de la verdad absoluta, si tiene dinero es malo, si no tiene también, su propósito es no concederle la libertad que el ser humano siempre ha buscado, para que siempre te considere perdido, y te vea en la obligación de buscar santidad en ellos, para continuar manipulándote.
Por eso los cristianos modernos creen que esta teoría del pecado original son doctrinas emanadas de la Biblia debido a que los teólogos, predicadores y sacerdotes las enseñan como si fuesen doctrinas divinas tomadas directamente de la Biblia y tratan de darles un cierto semblante de credibilidad citando un par de versículos bíblicos totalmente fuera de contexto. Por eso vemos la libertad que experimentan los niños, y la que nosotros mismos cuando éramos niños experimentamos, los recuerdos de nuestra infancias mucha veces nos producen nostalgia. Recordando una felicidad que no volverá. Ya que la sociedad es la que destruye ese amor y esa felicidad, al niño desde muy pequeño ya hay que condicionarlo diciéndoles que no crea en esa felicidad que siente, que es producto del pecado, que ha heredado de sus primeros padre,  El amor de un niño hacia sí mismo ha de ser desviado. Hay que condicionarle de manera que su amor se dirija siempre hacia un objeto externo. Esto hace al hombre muy pobre, porque cuando quieres a alguien externo a ti -ya sea Dios, el Papa, tu padre, tu esposa, tu marido, tus hi­jos, cualquiera que sea el objeto de tu amor, te vuelve depen­diente de ese objeto. A tus propios ojos te conviertes en algo se­cundario, te conviertes en un mendigo.
Al nacer eras un emperador totalmente satisfecho contigo mismo. Pero tu padre quiere que le quieras, tu madre quiere que la quieras. Todos a tu alrededor se quieren convertir en objeto de tu amor. A nadie le preocupa que si un hombre no puede amar­se a sí mismo tampoco será capaz de amar a nadie. De modo que se crea una sociedad enloquecida, donde todo el mundo in­tenta querer a alguien, sin tener nada que dar. Y la otra persona tampoco tiene nada que dar. ¿Por qué están los amantes conti­nuamente peleando, discutiendo, molestándose? Por la sencilla razón de que no están consiguiendo lo que pensaban obtener. Ambos son mendigos, ambos están vacíos.
A un niño debidamente educado se le debe permitir crecer en amor hacia sí mismo, de forma que esté tan lleno de amor que compartirlo se convierta en una necesidad. Está tan repleto de amor que quiere compartirlo con alguien. Entonces, el amor nunca te hará depender de nadie. Tú eres el que da, y el que da nunca es un mendigo. Y el otro también da. Y cuando se en­cuentran dos emperadores, dueños de sus propios corazones, se produce una inmensa alegría. Nadie depende de nadie; todo el mundo es independiente e individual, centrado en sí mismo, arraigado en sí mismo. Sus raíces van hasta el fondo de su pro­pio ser, de donde brota el néctar llamado amor hacia la superfi­cie y florece con miles de rosas.
Este tipo de persona no ha sido posible hasta el momento por culpa de vuestros profetas, de vuestros mesías, de vuestras encarnaciones de Dios y todas las demás clases de idiotas. Os han destruido en beneficio de su gloria, de su propio ego. Os han ma­chacado completamente.
Tiene una lógica. 0 bien el mesías, el salvador, se convierte en el objeto de tu amor, y tú no eres más que una sombra si­guiéndole ciegamente, o bien estás totalmente satisfecho, rebo­sando amor y floreciendo con miles de rosas, y en ese caso, ¿quién quiere ser salvado? Ya estás salvado. ¿A quién le interesa el paraíso? Ya estás en él.
Se ha demostrado también que muchos de los libros que forman la Biblia son únicamente copias de otros libros (egipcios, babilonios, griegos, sumerios), reescritos en hebreo. Libros que son considerados como leyendas mitológicas sin inspiración divina; y en cambio esas mismas leyendas (el diluvio, la creación, la torre de Babel, las historias de José, Job, Moisés, David, etc.) al formar parte de la Biblia ¡Nos resultaron auténticamente divinas, fíjese nada más!.

Ingenuos aunque interesantes relatos sobre la creación del mundo, el pecado original, el diluvio, etc., se encuentran en casi todas las religiones de oriente... y está visto que penetraron en la doctrina hebrea al contacto con otros pueblos, especialmente bajo el dominio babilónico y persa, a partir del siglo VI antes de Cristo.
  
Sin embargo estas teorías no son doctrinas bíblicas y los primeros seguidores de Jesús jamás supieron de ellas. El mismo Jesús nunca mencionó nada relativo a este asunto, simplemente no existe en los Evangelios.
Esta teoría o al menos la base de ella, fue inicialmente sostenida por Agustín, obispo de Hipo, en dos libros escritos en contra de Pelagius y Celestius, tan tardíamente como el año 418 de la era cristiana.
Más tarde, tres diferentes versiones de esta doctrina emergieron, cada una tachando de falsas a las otras y negándoles validez alguna. Pero el principio básico en todas estas teorías es que la humanidad, a partir de Adán y Eva, tiene una naturaleza depravada y que todos nosotros, como descendientes de ellos, nacemos en pecado.